En este post os dejamos el último artículo publicado en Avances en Gestión Clínica, donde hablamos de los inconvenientes y riesgos que conlleva la fragmentación de la información en la planta de hospitalización. Los centros asistenciales deben trabajar para ofrecer, a sus profesionales, espacios de encuentro para el debate y el trabajo en equipo, así como herramientas para sistematizar y compartir la información. Todo ello, con el objetivo de mejorar la coordinación y la focalización en las necesidades del paciente que está hospitalizado mejorando, así, su experiencia durante su estancia.
Y, sobre todo, no se mueva, no vaya a ser que pase el médico
«Una organización muy cerrada, donde la información no fluye. Mientras estás en el hospital, vives en un ambiente donde nadie quiere tener la responsabilidad de comunicarse contigo. De hecho, hacen recaer esta responsabilidad en el enfermo: si tiene algún problema, llame al timbre que alguien vendrá. Mientras tanto, quédese aquí. Y, sobre todo, no se mueva, no vaya a ser que pase el médico.»
Este es el relato que me trasladó un familiar, hace dos semanas, cuando me intentaba explicar su reciente estancia en el hospital después de treinta años sin pisar ninguno. Y añadió: «Te das cuenta de que estás en sus manos (seguro que en buenas manos, sobre eso no tengo nada a decir), pero de ti no se espera nada.» Y repitió expresamente: «Ah sí, que no te muevas de la habitación, no vaya a ser que pase el médico…»
Esta es, desgraciadamente, una situación común en muchas plantas de hospitalización. El paciente se convierte en el único elemento estático en una habitación por donde van pasando un montón de profesionales ajetreados que no se comunican del todo bien entre ellos. Como él está quieto pasa a ser, paradójicamente, el punto de encuentro y el transmisor final de una información que no necesariamente es precisa y completa.
La fragmentación de la asistencia en la planta de hospitalización
«El hospital es un juego de pistas», añade mi mistery patient. «La enfermera quiere darme información, pero quien tiene que hacerlo es el médico. El médico vendrá, pero tampoco sabemos a qué hora pasará… Y, cuando finalmente lo hace, intenta explicarme algo en poco más de dos minutos. Y así, finalmente, soy yo quien acaba informando a la enfermera de que me realizarán una prueba y tengo que estar en ayunas. Ella no sabe nada, pero me asegura que irá a comprobar la información al sistema. Posteriormente, pasa la auxiliar con el desayuno, pero yo la informo de que tengo que estar en ayunas. Sorpresa, me asegura que le va a consultar este punto a la enfermera. A continuación llega un auxiliar sanitario y se me lleva a realizar la prueba a radiología. En la planta -2, en radiología, la administrativa comprueba que no tiene ninguna petición de prueba y me vuelven a subir a planta. La enfermera, que me estaba buscando, me dice que después de hablar con el médico, finalmente han decidido efectuarme la prueba mañana. Ha habido un malentendido. Después de toda esta odisea, han pasado tres horas y yo todavía no he desayunado. Ya no hay servicio, pero puedo tomar un yogur y una galleta.»
Además del riesgo inherente que la fragmentación de la información puede suponer para la calidad y seguridad clínicas, también ocasiona una pérdida importante de tiempo dedicado a solucionar errores y malentendidos.
Toda esta problemática es la herencia de una estructura hospitalaria todavía muy jerarquizada que aleja a los diferentes perfiles profesionales entre sí. Médicos, técnicos, enfermeras, auxiliares, trabajadoras sociales y administrativos dependen de departamentos o direcciones diferentes, tienen condiciones y horarios de trabajo distintos y, a menudo, metodologías de trabajo y objetivos también distintos.
Seguramente, el trajín de la planta de hospitalización funcionaría de manera más efectiva y eficiente si trabajásemos en microsistemas clínicos consistentes, tal como los define Jordi Varela en su post Extendiendo los microsistemas clínicos a todas partes, en «grupos de profesionales técnicamente preparados que comparten valores y saben colaborar entre ellos a fin de conseguir objetivos deseados.»
Trabajo en equipo y técnicas de comunicación clínica
Aun cuando es muy importante que se resuelvan aspectos básicos que facilitarían la vida de los profesionales, como una mejor gestión de turnos, el equilibrio entre cargas de trabajo, más dotación de recursos, formación en liderazgo y gestión del cambio, etc., es necesario que paralelamente se vayan poniendo en práctica herramientas, protocolos y técnicas de comunicación clínica.
El objetivo es la mejora de la coordinación entre profesionales y la focalización en las necesidades del paciente cuando está hospitalizado, necesidades no solo sanitarias, sino también psicológicas y sociales. Si pudiéramos trabajar más hacia la autogestión y el empoderamiento de los equipos clínicos, quizá mi familiar podría haber tenido una experiencia muy diferente.
«Estoy muy informado de lo que me pasa, de lo que me harán a partir de ahora y de cuales son los objetivos de mi tratamiento porque he recibido la visita de un equipo multidisciplinar de profesionales que ha revisado mi caso en mi presencia y he podido resolver dudas. También sé que la enfermera de tarde está informada del dolor que he tenido hoy y del cambio en la pauta de medicación porque he presenciado el cambio de turno de enfermería.
Estoy tranquilo porque cada dos horas una enfermera o auxiliar hace la ronda por mi habitación para saber si todo está bien, especialmente por lo que respecta al dolor, la posición y mis necesidades de ir al baño. Además, distingo perfectamente a las enfermeras de las auxiliares porque al llegar se presentaron y me explicaron en qué me podría ayudar cada una.
Cada vez que un nuevo profesional me atiende, repasa conmigo los elementos clave de mi tratamiento. De hecho, en mi habitación hay un tablón con información consensuada por el equipo sobre mi plan clínico, las nuevas medicaciones, las pruebas que me tienen que practicar y mis objetivos y expectativas de salud. Esto último, gracias a que cuando ingresé me preguntaron cuáles eran las tres cosas que describirían mejor, en mi opinión, una buena atención y estancia en el hospital. Hoy ha pasado la supervisora de planta para preguntarme cómo me estaban cuidando y saber si podía hacer algo para mejorar mi estancia en el hospital.»
En definitiva, es importante que busquemos espacios de encuentro para el debate, el trabajo en equipo y, sobre todo, herramientas para sistematizar y compartir mejor la información. Tenemos que hacer del hospital «un lugar donde la información fluya y todo el mundo quiera tener el lujo y la oportunidad de comunicarse con el paciente».
Post publicado en el blog ‘Avances en Gestión Clínica’